15.12.04

carta de amor desesperada

que los ruidos te perforen los dientes como una lima de dentista, y la memoria se te llene de herrumbre, de olores descompuestos y de palabras rotas.
que te crezca, en cada uno de los poros, una pata de araña; que sólo puedas alimentarte de barajas usadas y que el suño te reduzca, como una aplanadora, el espesor de tu retrato.
que al salir a la calle, hasta los faroles te corran a patadas; que un fanatismo irresistible te obligue a prosternarte ante los tachos de basura y que todos lo habitantes de la ciudad te confundan con un meadero.
que cuando quieras decir: "mi amor" digas:"pescado frito"; que tus manos intenten estrangularte a cada rato, y que en vez de tirar el cigarrillo, seas tú el que te arrojes en las salivaderas.
que tu mujer te engañe hasta con los buzones; que al acostarse junto a ti, se metamorfosee en sanguijuela, y después de parir un cuervo, alumbre una llave inglesa.
que tu família se divierta en deformarte el esqueleto, para que los espejos, al mirarte, se suiciden de repugnancia; que tu único entretenimiento consista en instalarte en la sala de espera de los dentistas, disfrazado de cocodrilo, y que te enamores, tan locamente, de una caja de hierro, que no puedas dejar, ni un solo instante, de lamerle la cerradura.
oliverio girondo

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